Es cierto que históricamente nos ha costado ponernos de acuerdo como civilización, muchas veces ha sido imposible, pero con el COVID-19 y sus consecuencias, las medidas han sido generalizadas y aceptadas, en mayor y en menor medida, por la mayoría de países. Hoy hay cuatro ligas profesionales de fútbol en las que el balón no ha parado y los jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes y personal de transmisión siguen exponiéndose. Nicaragua, Bielorrusia, Tayikistán y Burundi no paran.
A mediados de diciembre, empezamos a escuchar que algo en China estaba sucediendo, que había un virus, una especie de gripa, que se esparcía rápidamente y que arrebataba vidas sin cesar. La ciencia, aun con toda la tecnología que hoy posee, no vio venir una pandemia, mientras encontraba respuestas ya se había propagado en otros países y otros continentes.
Italia, España, Estados Unidos, Alemania, Francia e Irán, junto con China, son los países más afectados hasta ahora. La Súper Liga China no empezó tras el receso de diciembre, las principales ligas europeas pararon los primeros quince días de marzo y en Sudamérica hacia mediados del mismo mes, al igual que en Norte y Centro América. Para finales de marzo el mundo entero – no solo el deportivo – estaba en cuarentena.
A pesar de las continuas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay gobiernos que se resisten y miran con ojos incrédulos la pandemia. Bielorrusia es el único miembro de la UEFA que sigue jugando y además con público, Nicaragua sigue, aunque sin presencia de hinchas. Para los mandatarios de estas dos naciones los contagios no representan una amenaza para sus ciudadanos, minimizando el virus y sus consecuencias. Burundi, país africano, decidió seguir con la Liga tras una reunión con todos los equipos del campeonato, la idea es seguir las recomendaciones de higiene como lavarse las manos antes y después de cada partido. El cuarto y último país en sumarse fue Tayikistán, país asiático, cuyo torneo empezó el pasado fin de semana.
Hoy por hoy señalan el partido de octavos de final de la Liga de Campeones – Atalanta vs. Valencia – como “una bomba biológica” debido a que se disputó en el Estadio San Siro de Milán y alrededor de 40.000 hinchas se movilizaron desde Bérgamo y Valencia. Aunque según las autoridades italianas, el foco del brote se dio en el hospital de Alzano Lombardo, localidad en la provincia de Bérgamo, en donde se atendió a un paciente con una pulmonía no reconocida la cual contagió al personal médico y pacientes.
¿Cuánto tiempo más rodará el balón sin que cese por completo? Los amantes del fútbol lo extrañamos, privados de la libertad nos han privado del privilegio de hacer catarsis mientras vemos nuestra tragedia representada por los veintidós jugadores y la pecosa. Es más importante, evidentemente, la salud y el bienestar de todos que el capricho de miles. Esperemos que no sea demasiado tarde cuando nos pongamos de acuerdo sobre las medidas que deban tomarse para salir adelante.
Recientemente Gianni Infantino, presidente de la FIFA, declaró en un en vivo de Instagram: “jugaremos cuando podamos jugar, puede ser julio, puede ser agosto. No tenemos que meter presión, cuando los gobiernos digan ‘se puede hacer’ ahí volvemos…” Lo que sabemos es que el fútbol volverá, como el trajín del día a día que no nos deja parar.
Columnista
Ana Caicedo Hinojos
En Twitter: @anitacaicedoh95